Emoto no es un celular
Las aguas bajan turbias
El otro domingo (es decir, el 10 de junio) estaba de visita en casa de mis viejos. De repente mi mamá me dice:
—Vos que sabés tanto— es mi madre, disculpen si para ella el nene es un genio — decime si es cierto eso que salió sobre el agua en la revista de La Nación.
— Todavía no la leí. ¿De qué trata la nota?
— De esos experimentos que hicieron con el agua, no sé, el otro día me mandaron un mail con lo mismo…
— A ver, mostrame.
Mi mamá fue y me trajo la revista, abierta en la nota “De agua somos” de Alicia Diaconú. Y ni bien leí “Masaru Emoto” tuve una respuesta para mi madre:
— Pura mentira —. Le iba a seguir explicando pero ya con esto me creyó (al fin y al cabo, su nene es un genio y sabe de todo, no se olviden) y pasó a otro tema.
Pero como ustedes no son mi madre (por suerte, con una me basta y sobra), seguramente querrán que justifique un poco más mi afirmación, tampoco es cuestión de andar creyéndose a ciegas lo que uno lee por ahí, ¿no?
Empecemos por el principio. Masaru Emoto dice ser doctor, lo que es una verdad a medias. Tiene un título en Relaciones Internacionales de la Universidad Municipal de Yokohama y un “doctorado en medicina alternativa” de la Open International University for Alternative Medicine de Nueva Delhi. Esta es una academia por correspondencia que no tiene el más mínimo reconocimiento internacional y cuyos títulos no valen nada. Lo que no significa que no tengan valor económico: el de Emoto por ejemplo cuesta 900 dólares y una tesis de al menos 300 páginas sobre algún tema relacionado con la medicina “alternativa”. Y no, no hay necesidad de cursar, sólo mandar la plata y la tesis y uno ya es doctor (Telerman tome nota, si vous plait).
O sea, para dejárselos claro: este “investigador” tiene un título de una academia trucha y otro de una válida pero en Relaciones Internacionales. Como puede verse, no estamos hablando de alguien académicamente capacitado para la investigación en física y química.
Pero supongamos que Emoto sea un amateur genial y que, pese a carecer de formación en el área, realizó un descubrimiento que revolucionará todo lo que creemos sobre el mundo. Podría ser, ya ha ocurrido otras veces. Veamos de qué se trata su investigación.
La teoría es que el agua responde al lenguaje, a la música y a las buenas y malas ondas en general. Sus experimentos consisten en tomar recipientes con agua y pegarles cartelitos con palabras “positivas” o “negativas”, o mostrarles fotos de personajes históricos, o hacerles escuchar música clásica y heavy metal. Después pone los recipientes en el freezer y, cuando se congeló el agua, observa por microscopio cómo son estéticamente los cristales de hielo que se forman. Las aguas que fueron expuestas a estímulos “positivos” hacen cristales “lindos” y las que recibieron influencias “negativas” los tienen “feos”.
No sé si esto es tan evidente para ustedes como para mí (al fin y al cabo, mi mamá dice que soy un genio y ella no miente, al menos no mucho, creo), pero aún con las mejores intenciones estos “experimentos” tienen un sesgo subjetivo, ya que se basan en supuestos culturales de qué es lo feo y qué es lo lindo, de qué es un valor positivo y qué uno negativo. Por ejemplo, los cristales expuestos a la palabra “Amor” darían cristales bonitos, porque el amor es bonito, positivo y bueno. Pero, ¿es siempre bueno el amor? ¿No hay amores enfermizos? ¿No aman los políticos al poder? ¿Es positivo el amor que impide que una mujer golpeada abandone a su marido?
O tomemos por ejemplo la versión del experimento en la que se le mostraron a las aguas héroes y villanos históricos, como Hitler. Está bien, la mayoría de nosotros piensa que Adolfito era un mal tipo, pero conozco a varios que opinarían lo contrario y que afirmarían que al ver el nombre del Führer el agua hace cristales muy muy pero que muy bonitos, con forma de esvástica y todo, fíjese usté. Quizás esto que digo parezca ridículo porque estamos hablando de un tipo extremo, al que sólo una minoría de imbéciles tiene en buena estima, pero ¿qué pasaría si le mostramos al agua el nombre de alguien que para una buena parte de la población fue un héroe y para otros un villano? Por ejemplo, ¿qué pasaría si le mostramos un cartel que diga “Juan Domingo Perón”? ¿Saldría lindo el cristal si uno es peronista y feo si es gorila? ¿O sería un cristal ni lindo ni feo, bastante simétrico pero no tanto, si uno opina que Perón hizo algunas cosas bien y otras mal?
Sintetizando, como Emoto y sus colaboradores saben a qué estímulo se sometió cada muestra de agua, su subjetividad está ahí, influyendo en los resultados. Por más buenas y honestas intenciones que uno tenga, el riesgo de ver que los estímulos que uno considera positivos dan cristales más bonitos que los que uno cree negativos es muy grande.
Claro, la influencia de la subjetividad se evita muy fácilmente cuando uno hace ciencia como se debe. Con la prueba del doble ciego basta y sobra. Esta es una herramienta muy simple que permite eliminar cualquier sesgo subjetivo tanto de los sujetos participantes del experimento como de los investigadores, ya que ninguno sabe si la muestra es experimental o de control. En este caso particular, ni quienes sacan las fotografías de los cristales ni los investigadores del grupo de Emoto deberían saber qué palabra o estímulo correspondía a cada cristal de hielo antes de emitir sus conclusiones.
Es decir, con un ensayo de doble ciego ningún malvado incrédulo como yo podría dudar de la veracidad de las afirmaciones de Emoto. “¡Y hay más!”, como diría el locutor de un infomercial, porque James Randi (un especialista en desenmascarar charlatanes pseudocientíficos) le ofreció un millón de dólares para que realice públicamente una prueba de doble ciego a sus afirmaciones. Tentador, ¿verdad? Nadie con dos dedos de frente evitaría la oportunidad de demostrar más allá de toda duda de que lo que uno asegura que es cierto es realmente cierto y, de paso, llevarse un palo verde a su casa.
Y, sin embargo, Emoto no sólo ignoró el desafío de Randi sino que afirmó muy suelto de cuerpo que no sabe muy bien qué es eso del doble ciego.
Claro, dirán, hay dinero de por medio y no quiso manchar a su agua espiritual y melómana con el vil metal, ese poderoso caballero que es padre de todos los males del mundo. Pues no, el dinero no fue el obstáculo, porque Emoto ha montado todo un negocio alrededor de su agua políglota y sensible. Por 35 dólares más gastos de envío uno puede adquirir 8 onzas (casi un cuarto litro) de agua “índigo” (sí, como los niños) para purificar espiritualmente el agua que uno toma. ¡Más de 140 dólares por un litro de agua! A esto hay que agregarle, por supuesto, los libros, los DVDs, las conferencias y otros merchandizings ad hoc. O sea, no fue porque lo ofendió la oferta del millón de dólares que se negó a demostrar que lo que afirma es cierto.
Aparte, los “descubrimientos” de Emoto nunca pudieron ser reproducidos por investigadores independientes, una condición imprescindible para lograr la necesaria objetividad científica. Para decirlo en criollo, lo de Emoto funciona si uno cree que funciona, si no, no.
O sea, lo suyo no es ciencia. Puede ser religión, mística o curanderismo, pero no ciencia, porque exige que creamos, que tengamos fe. Emoto nos pide que creamos no sólo que el agua puede leer cualquier idioma, tiene conocimientos enciclopédicos y oído musical sino que hay absolutos en lo que se refiere a estética, ideologías e historia. Según Emoto las cosas son blanco o negro, buenas o malas, positivas y negativas (¡y una sustancia inanimada como el agua lo sabe con sólo leer cartelitos!), en su teoría no hay grises, no hay lugar a la opinión, al disenso, a la polémica. ¿Usted cree que Pappo era un gran músico? ¿Le gusta Led Zeppelín? ¡Animal! ¡Qué hace escuchando rock pesado! Hágale caso a un cubito de hielo y vaya a escuchar a Mozart si no quiere que su agua corporal se le ponga fea.
La nota de Alicia Diaconú termina con un “Ojalá sea cierto” y ahí está el punto. Vivimos en un mundo cruel, la existencia es muy desoladora y necesitamos darle un sentido, sentir que pese a todo hay esperanzas. Esta necesidad humana de ponerle sentido al sinsentido de la vida es de la que se aprovechan los estafadores como Emoto. Y esto sí que es algo de lo que hasta el agua se escandaliza.
Post Scriptum explicatorio.
Esto que acaban de leer es una nota que escribí con la intención de que me la publicaran en la Revista de La Nación. Me jugaba que por ser ex-colaborador podía tener una chance. Y si no era por esta condición, apostaba a que podía solicitar la publicación por el famoso derecho a réplica, ya que me sentía ofendido como lector y sentía que tenía la obligación moral de alertar a los lectores del diario de la estafa de Emoto.
Como se imaginarán, silencio. Ni un miserable email con un No, gracias. Quizás todavía estén considerando la nota. Quizás haya políticos honestos. No lo sé, no me importa, la puse acá y listo. No será lo mismo, pero es lo que hay.
El sauriodiablito (ese que aparece flotando sobre mi hombro junto al saurioangelito) me sopla motivos muy interesantes por los que no recibí respuesta y por los que jamás esta nota iba a ser publicada. El saurioangelito me dice que no hay pruebas de lo que el sauriodiablito dice, que quizás se les haya traspapelado el mail, que no tuvieron tiempo de contestarme, que aún no leyeron la nota, que era demasiado larga, que quién te conoce pibe, que el derecho a réplica se usa para cosas más importantes que esto.
Así que le hago caso, no reproduzco lo que el sauriodiablito me dijo (pero ya se lo imaginarán) y me doy por satisfecho con publicarlo acá.
Tampoco es cuestión, ¿no?
Lo importante es que yo no soy un experto en Emoto ni me había interesado en el tipo mayormente hasta el momento, sólo bastó ir a la entrada de la wikipedia en castellano o a la de la wikipedia en inglés para encontrar mucha de la información de la nota, y una breve googleada hizo el resto. Aclaro esto para evitar que alguien crea que escribí esto a partir de fuentes difíciles de conseguir. No, la información está allí, en sitios tan poco amigos al escepticismo como la wikipedia y accesible a cualquiera curioso sobre el tema.
Pero, como en La carta robada de Poe, que algo esté visible no quiere decir que la gente lo vea o lo quiera ver.
Bah, no sé de qué me sorprendo después del terrorífico error que cometieron mis conciudadanos porteños.
Buena entrada Saurio.
ResponderBorrarY ya te fijaste cual es uno de tus primeros anuncios del "Adsense", el mismísimo Emoto. (Que ironia).
Saludos
No sólo eso, los de Amazon (al final de todo) también. De hecho, iba a escribir otra entrada sobre esta situación curiosa, pero después me dije "Total, suman dinero" y no hice nada, je je.
ResponderBorrarHablando en serio, ya me di por vencido con los avisos de AdSense, no hay manera de educarlos que este es un sitio escéptico por lo que difícilmente los visitantes estén interesados en el agua de Emoto, en aceptar a Jesús como su Salvador o en buscar chicas entre los Testigos de Jehová. Podría ir baneando los sitios no deseados, pero es mucho trabajo, más fácil es esperar la buena voluntad del visitante y que cliquée en los enlaces sólo para sumarme unos centavos de dólar sin importar qué mierda hay del otro lado.
Así que ya saben, queridos lectores, hagan tripas corazón y piquen el enlace al sitio del Gauchito Gil y la Difunta Correa, al de los Ángeles Guardianes y los Cristales Índigo Blue de la New Age Encantadora. Total, para que me sume dinero no hace falta que lean lo que hay en ellos o que estén de acuerdo con el contenido.
Excelente. Ameno y bien escrito.
ResponderBorrarMuy buena entrada Saurio e informativa.
ResponderBorrarAhora bien... ¿no fuiste un poco ingenuo en creer que La Nación te iba a publicar una crítica?
Desde ADePENSAR nos cansamos de enviarles réplicas a La Nación, hasta ahora es el único diario que no permite este tipo de comentarios.
CARLOS Q.
www.indigoreal.blogspot.com
www.adepensar.blogspot.com
Hace falta algo más que la Wikipedia y un buscador para escribir una entrada que resulte como esta, Saurio. Muy bien.
ResponderBorrarPor cierto:
tampoco es cuestión de andar creyéndose a ciegas lo que uno lee por ahí, ¿no?
Cuanto más leo esta frase más ciegamente creo que es cierta. :)
Que post tan divertido y contundente.
ResponderBorrarHace poco el tal Emoto dio una conferencia en una universidad privada en México. Lo comenta el Capitan Quasar en su podcast, de una forma bastante divertida (también). De pasada hace referencia a lo subjetivo que mencionas sobre el bien y el mal, al mencionar como sinónimo del mal a Hugo Chávez, aunque el tema de lo subjetivo de los términos feo y bonito no lo menciona (Igual, mi mamá piensa que yo soy un modelo de belleza masculina).
Un Abrazo
Saurio dixit:
ResponderBorrar"Bah, no sé de qué me sorprendo después del terrorífico error que cometieron mis conciudadanos porteños"
(Carolus):
No fue un error, Saurio. Fue un horror = :-o
Yo soy del barrio de Agronomía,
¿de qué parroquia sos? ;-)
Saludetes
Carolus
Bueno, yo soy un tipo pragmático, y ante una violación hago caso a los teóricos y empiezo a gozar...
ResponderBorrarEn este caso voy a gozar cuatro años seguidos y mi gozo se va a exteriorizar cada vez que alguien (60 a 40 que lo votó al bostero y a mis amigos los conozco) se queje de cualquier cosa en la ciudad. Será un placer perverso, pero no pienso sufrir sino todo lo contrario. El sufrimiento será el millonario involuntario azulyoro mismo, pero el gozo inundará mi alma al verles la cara, defraudados, engañados, humillados, vituperados, revolcados y sacudidos por los "actos de gobierno" de la feliz parejita electa por abrumadora mayoría. Y el acto supremo sería descubrir que el macrismo sana y salva y que la lisiadita pueda erguirse recuperada sobre su silla de ruedas para bendecir, cual papisa Juana, a sus amados seguidores. Eso sí: sosténganle la silla, no sea cosa que se deslice, la mina se caiga de nuca y se nos desgracie en serio.
Pero todo esto es anecdótico, claro. Y yo, como Saurio, le doy cierto valor a la catársis, por eso escribí lo que acabo de escribir, no porque realmente esté sangrando por una herida ASÍ de grande.... (Pero es sano admitirlo, ¿no?)
Sergio GvH
jejejejeje divertida entrada, y educativa.
ResponderBorrarY que les den a los de la Nación... aquí tienes lectores internacionales, y allí no ;)
Uh, cuántos comentarios...
ResponderBorrarVamos a contestar de a uno:
El Editor de ADePENSAR escribe:
"Ahora bien... ¿no fuiste un poco ingenuo en creer que La Nación te iba a publicar una crítica?"
No más ingenuo que aquel que pone sus fichas en uno de los números de la ruleta sabiendo que tiene 36 posibilidades en contra. Aposté a que como alguna vez colaboré con ellos quizás podría tener un plus de posibilidades. Pero, claro, la que me quería y amadrinaba era Laura Linares, que ya no está en la revista, y con la nueva directora (Ana D'Onofrio) no tengo mucha mayor relación que un llamado de teléfono hace unos años, un sobre de material dejado en recepción y algún esporádico y unidireccional mail de mi parte.
Como hace unos años me publicaron una carta de lectores en la que los criticaba por publicar las tonterías de Paulo Coelho, pensé que estaban más abiertos. Claro, a la carta la recortaron bastante en su virulencia y el seudónimo utilizado (porque no quería quemarme como Saurio) parecía un nombre "de verdad". Quizás allí fallé.
Y sí, Asigan, quizás no valoro del todo mi habilidad como buscador de información. Pero lo cierto es que en, como mucho, un par de horas de Google tenía todos los datos necesarios para la nota y más (porque no menciono a Ramtha y sus secuaces ni al falso documental What the BLEEP)
Para Carolus: Villa Crespo (o, como muy pronto va a ser rebautizado, Palermo Harlem). Somos casi vecinos somos.
Y a Sergio: Ayer estuve haciendo cuentas con los porcentajes de votos. Reviso un poco los datos para no mandar cualquiera y hago una entrada que va a servir como para bajarle los humos a Averell Dalton... digo, a Meaurimbecilio Menem... digo a Maurizio Macri.
Y, proximamente, ¡banners antimacri made in Saurio para sus blogs, señores!
Ah, y al resto, gracias. No les contesté sólo porque no se me ocurría que contestar más que gracias, qué bueno, eso.
ResponderBorrar¡Y piquen en los avisos de AdSense!
Muy buenas,
ResponderBorrarPartiendo de una perspectiva objetiva, lo bueno o lo malo no existe, es. Cuando entramos a juzgar o analizar algo desde la subjetividad, entran en juego factores de condicionamiento personal.
quisiera nada más efectuar esta pregunta: ¿la ciencia es el único medio veraz para poder afirmar cualquier razonamiento?
Sin entrar a defender a Emoto, ya que no es mi voluntad, y además por otro lado, hoy por hoy, todo el que se pueda echar dinero al bolsillo con cualquier invento o idea, lo hace. Aguien vio el documental: ¿Y tú que sabes?
Propongo un experimento: cojan 2 vasos de agua, proyecten pensamientos positivos SUBJETIVOS a uno y al otro negativos SUBJETIVOS, 10 minutos durante 3 días. Huelan despues, ¿que pasó?
Saludos a los medio ciegos por gusto y a los lucidos por la ciencia, todos estamos igual, sin saber más allá que las certezas de nuestra propia experiencia.
Voy a responderle a Lucía Kanee:
ResponderBorrarPartiendo de una perspectiva objetiva, lo bueno o lo malo no existe, es.
Si no entiendo mal, lo que estás diciendo que lo bueno y lo malo son constructos culturales. Y..., sí, hay mucho de cultural y de relativismo en esas categorías, pero tampoco es cuestión de caer en posmodernismos a la bartola: ingerir cianuro en dosis altas es malo para la salud, más allá de la subjetividad.
Cuando entramos a juzgar o analizar algo desde la subjetividad, entran en juego factores de condicionamiento personal.
Y..., sí, justamente de eso se trata la subjetividad. Si no entrara en juego lo personal se llamaría "objetividad".
quisiera nada más efectuar esta pregunta: ¿la ciencia es el único medio veraz para poder afirmar cualquier razonamiento?
No. Para empezar porque no es "veraz" sino "efectivo". La ciencia es el mejor método disponible para explicar una buena parte de las cosas que pasan en el universo y las respuestas que da son mucho más sólidas y dan mejores resultados que otras formas de explicar la realidad, como la religión, la magia o la pseudociencia.
Pero no en todo la ciencia es el mejor medio para obtener resultados óptimos. El derecho obtiene mejores resultados que la ciencia en el momento de impartir justicia y el arte es mucho más eficaz para producir emociones en los seres humanos.
Sin entrar a defender a Emoto, ya que no es mi voluntad, y además por otro lado, hoy por hoy, todo el que se pueda echar dinero al bolsillo con cualquier invento o idea, lo hace. Aguien vio el documental: ¿Y tú que sabes?
No, no lo ví. Pero leí bastante sobre esa película. Es, básicamente, un infomercial de la secta de Ramtha en el que se cometen varias falacias lógicas, se utilizan mal conceptos de la mecánica cuántica, se tergiversan los dichos de uno de los científicos entrevistados y los otros tienen currículums bastante sospechosos. Uno de ellos es el benemérito Emoto, que tiene bastantes relaciones comerciales con Ramtha
O sea, no es una fuente confiable ni de ciencia ni de magia ni de religión ni de nada de nada.
¿Por qué mencionás esta película, dicho sea de paso?
Propongo un experimento: cojan 2 vasos de agua, proyecten pensamientos positivos SUBJETIVOS a uno y al otro negativos SUBJETIVOS, 10 minutos durante 3 días. Huelan despues, ¿que pasó?
No sé, ¿qué pasó? ¿Hiciste el experimento? ¿Cuáles fueron tus conclusiones?
Como sea, estoy pensando hacer el experimento. Ya escribí una entrada con los preparativos preliminares que considero necesarios para hacer el experimento en forma seria (no digamos científica porque yo científico no soy --- o por lo menos no científico de ciencias duras). Ya encontré algunos reparos y puntos oscuros en tu experimento, voy a ver si los puedo arreglar, porque así como lo planteás los resultados no serán conclusivos de nada.
Saludos a los medio ciegos por gusto y a los lucidos por la ciencia, todos estamos igual, sin saber más allá que las certezas de nuestra propia experiencia.
Pues será tu caso, niña, que no es por experiencia personal que tengo la certeza que el cianuro va a ser nocivo para mi salud o que no es aconsejable meterse en la jaula de los leones con un traje de tocino.
Qué se le va a hacer, algunos creemos en lo que nos dicen los otros. Sólo que aplicamos el pensamiento crítico, nomás.